Eduardo Rojas Ovalles: Una devoción expresada a través del arte

Eduardo Rojas Ovalles: Una devoción expresada a través del arte

Del patrimonio viviente del país, hay un icono poco conocido, que ha contribuido a enriquecer nuestra herencia cultural.

El artista plástico Eduardo Rojas Ovalles nació en 1922 en las cercanías de La Grita en la quebrada de San José, estado Mérida. Al ser hijo de campesinos no se puede decir que haya tenido una vida fácil, sin embargo, las oportunidades no tardaron en tocar a su puerta.

Eduardo Rojas Ovalles. Foto cortesía: Eduardo Planchart Licea

La primera de ellas fue ser el único de 9 hermanos en ir a la escuela, cosa que supo aprovechar muy bien porque en el lapso de 3 semanas ya había aprendido a leer y escribir, cosa que llamó mucho la atención de sus maestros. La proeza llegó a oídos del obispo que cuando pasó por el pueblo para dar misa, quiso llevárselo al seminario, cosa que no fue posible por la negativa del padre.

La segunda oportunidad que supo aprovechar la tenía escondida entre las manos. Durante su adolescencia la madre compró, en un mercado de La Grita un Niño Jesús de procedencia alemana que replicó tallando en madera, dejando así una prueba de su talento y capacidad.

Más tarde, y después de dedicarse a otros oficios, logra uno de sus sueños más preciados: entrar al seminario. Lamentablemente sólo permanece allí por dos o tres años, entre finales de los años 30 y principios de los 40. Los motivos de su salida son prácticamente desconocidos, sólo se sabe que esto marcó su vida, pero a pesar de ello, siguió relacionado con el seminario pero esta vez como restaurador de los Santos, aquellos que le conocen aseguran que su época de mayor felicidad fue estar en el convento y su purgatorio haber salido de el.

El arte

De su arte se pueden decir muchas cosas, como por ejemplo que es estrictamente religioso o relacionado con la naturaleza. Sus piezas son coloridas y en cedro, poseen un rasgo de ingenuidad y cada pieza tiene una historia, era común oír del artista decir: “si no tienes nada que decir, para que hacer una obra”.

Fotos cortesía de: Eduardo Planchart Licea

En sus piezas se conjugan tres importantes aspectos que dominan su vida: el cristianismo, las creencias populares y sus vivencias.

En esto del arte es autodidacta, de lo académico aprovechó lo más que pudo, prueba de ello es que sabía algo de griego, latín y francés. También poseía un amplio conocimiento de las historia de los santos.

Lo Sobrenatural

Este aspecto es algo que lo acompañó a lo largo de su vida, frecuentemente era llamado para rezar en casas, se creía que quedaban protegidas, al punto que si un ladrón hubiera llegado a robar en una de estas casa, sobre el caería una maldición. Sabía y practicaba rezos contra el mal de ojo y picaduras de culebras. El que tuvo la oportunidad de hablar con él sabe de buena fuente de sus encuentro con duendes, gnomos y hasta de enfrentamientos con el demonio.

Fotos cortesía de: Eduardo Planchart Licea

Un triste destino

Fotos cortesía de: Eduardo Planchart Licea

Siempre se caracterizó por ser un hombre solo, se piensa que no formó familia por conservar sus votos de castidad. Siempre estaba informado, no sólo del panorama nacional, sino del internacional también. Sus últimos años los pasó recluido en una casa para personas de la tercera edad, que pagaba la Alcaldía de Bailadores, alejado de su taller, de sus gnomos, de su vida. Eduardo Rojas Ovalles falleció el 7 de Octubre de 2009, dejando un patrimonio de tallas, tallas que dan fe de su existencia, creencia y el folklore de una región.