En la oportunidad de obrar

En la oportunidad de obrar

Todos eventualmente pudiéramos haber afirmado “yo haría tal cosa si estuviera en su lugar”, usualmente significando que haríamos algo distinto al obrar de aquella persona bajo escrutinio.

¿Por qué lo haríamos? Algunos por sabernos despojados del peso que implica tener que considerar las posibles implicaciones de la decisión, otros por lo que podríamos denominar arrogancia cognitiva y algunos otros guiados por la experiencia. Pero qué ocurre cuando la decisión no la tiene que tomar el otro, cuando no se trata de obrar en un caso hipotético. ¿Qué sucede cuando el convocado a obrar se encuentra a sí mismo en primera persona? Ese es el momento en que se revela el individuo en toda su esencia, el verdadero “yo”.

El individuo puesto en la necesidad de decidir obra conforme a sus valores, no los violenta. Esta premisa básica nos indica que el valor establece un límite a la propia libertad de obrar del individuo, orientando así su comportamiento como persona. Si él considera su propio obrar incorrecto es porque aprecia su conducta desde los valores internalizados de otros, probablemente de aquel que le juzga o de la sociedad cuyo tiempo y lugar le determina.

Desde la perspectiva del que aprecia u observa, el obrar del otro puede ser o no ser cónsono con sus valores o aquellos valores socialmente compartidos que representa. Si son cónsonos, quien obra puede ser considerado su par; en caso contrario, no. El obrar indica al otro si se encuentra frente a un par de sí mismo o del grupo que representa, o si por el contrario no comparte sus valores y los de su grupo. Dejar de obrar, también es obrar y nos identifica con un conjunto de pares, nuestros pares aunque no les conozcamos o compartamos con ellos. De allí la importancia de tomarnos en serio la siempre presente oportunidad de obrar, los valores se revelan a través del obrar del individuo y nos dirán a que grupo de pares pertenece quien obra.

“No importa lo que digas
ni cómo te justifiques, eres lo que haces. Tus comportamientos hablan por ti,
te delatan, te señalan”, Walter Riso.