Federico Brandt, estudio sobre un pintor

Federico Brandt, estudio sobre un pintor

Algo sobre la vida

Hace 48 años que ha muerto Simón Bolívar y la Gran Colombia es tan solo un recuerdo nebuloso cuando nace en Caracas, un 17 de marzo de 1878 Federico Brandt. Su padre es Luis Brandt Caramelo y es oriundo de Maiquetía; tiene una firma comercial en Caracas y pertenece a una familia establecida en Venezuela desde el siglo XVIII. Su madre, Julia Sofía Casanova Mendoza es nieta del prócer de la independencia Cristóbal Mendoza. Federico es el segundo de seis hermanos.

Leemos en el libro Federico Brandt, de Juan Calzadilla: "El apellido Brandt proviene originariamente de Alemania. Federico es nieto de Johann Friedrich Brandt Eggers (1772-1882) quien emigró a Venezuela recién concluida la Guerra de Independencia, instalándose en Maracaibo donde casó con Dolores Caramelo Ferrer en 1826. De Maracaibo, Johann Friedrich se traslada a Caracas, La Guaira y Puerto Cabello. Uno de sus 17 hijos es Luis Brandt, padre del pintor."

F. Brandt en su taller

El 2 de octubre de 1887, nueve años después del nacimiento de Federico y con asistencia del presidente de la República, es inaugurada la Academia de Bellas Artes, para cuya dirección ha sido nombrado Emilio Mauri, "pintor y académico venezolano -dice Alfredo Boulton- nacido en la ciudad portuaria de La Guaira el 9 de marzo de 1855, hijo de padres españoles de origen francés. Su infancia y adolescencia transcurrieron en Nantes, donde se había establecido su familia.

Sus primeros pasos en la pintura -continúa Boulton- se realizaron de la mano del artista Jean-León Gérone, miembro de la Escuela de Bellas Artes de París. Posteriormente, como fue frecuente entre los artistas venezolanos, Mauri pasó al estudio-taller de Jean Paul Laurens. Hay que recordar que por esta década de los años sesenta se encontraba en París Martín Tovar y Tovar , el pintor venezolano más importante del momento, con el que el joven Mauri tuvo contactos.

En esta época, el Ministerio de Instrucción Pública de Francia le encomendó la restauración de los frescos del Castillo del marqués de Saint Paul. Sus triunfos se sucedieron: en Marsella expuso Una Carcajada, que fue premiada, y una obra enviada a uno de los Salones fue premiada con una Mención de Honor.

El mismo año en que nace en Caracas Armando Reverón (1889) Federico Brandt, de 11 años de edad, es enviado por su padre a Hamburgo con el objeto de que se inicie en unos estudios útiles para el negocio de la familia. Es alumno del Instituto de Comercio de Hamburgo donde muestra una soberana inclinación por las matemáticas. Recibe también, por petición propia al padre, clases de dibujo y pintura.

Regresa a Venezuela en 1893 y se matricula en la Universidad Central para seguir la carrera de ingeniería. Pero una cosa dice la lógica de los negocios y otra el vibrar inexpresable salvo por éste mismo del arte. Brandt interrumpe los estudios hacia 1897, ya que un año antes se ha inscrito en el Estudio Michelena, quien ha regresado a la patria, lleno de honores y admiración pero también con la misma enfermedad con que ha muerto el Libertador. Serán pocas las clases que recibirá de Arturo Michelena; la enfermedad avanza y con ella la muerte en 1898. Así que Federico, pintor por decisión de su espíritu, hombre tranquilo, taciturno, acaso ensimismado, amante de la soledad, ha tenido que recibir también clases en la Academia de Bellas donde tiene como profesores a los muy académicos Emilio Mauri y Antonio Herrera Toro. Este último nació en Valencia, estado Carabobo, el 16 de Enero de 1857 y murió en Caracas el 16 de Junio de 1914.

Pintor, Grabador, Escritor, Herrera Toro recibió lecciones de dibujo y pintura de Tovar y Tovar y Manuel Maucó. Egresado de la Escuela Normal de Dibujo y Pintura en 1869 le fue otorgada una beca para estudiar en Europa, y ese mismo año partió hacia París. En el género del retrato es donde Herrera Toro hizo su aportación principal. Correcto dibujante, su cuidadosa factura y un justo empleo de los valores, así como su formación clásica y su desprecio por lo anecdótico, lo llevaron a ejecutar algunos de los mejores retratos de nuestro siglo XIX; su paleta es en este género, sensual, pastosa, a base de tonalidades grises, propias de trabajos de taller; modela el rostro y las manos para acusar ciertas notas realistas y concentrarse en la expresión humana, sin recargar los fondos con objetos o descripciones innecesarias. En 1909 fue nombrado Director de la Academia de Bellas Artes, en reemplazo de Mauri. Este nombramiento provocó una controversia a raíz de la cual los estudiantes se separaron de los talleres para constituir el Círculo de Bellas Artes. Herrera Toro permaneció en la Academia hasta el año de su muerte, en 1914.

Así, las primeras obras de Brandt, las que constituyen su primer periodo, son obviamente de carácter académico, como el cuadro Isaac bendice a Jacob de 1899, con el que obtiene el primer premio de pintura de la Academia de Bellas Artes. Pero esta inclinación tendrá poca duración, porque con el nacimiento del Círculo de Bellas Artes vendrá la segunda etapa de Federico Brandt.

Digamos algo del Círculo de Bellas Artes, referido por vereda.ula.ve

"Creado en 1912 bajo la inspiración del humorista y periodista Leoncio Martínez (Leo), el Círculo de Bellas Artes tuvo como objetivo inicial promover de manera independiente la actividad de un grupo de estudiantes que, por estar en desacuerdo con los métodos de la enseñanza impartida en la Academia de Bellas Artes, habían fomentado en 1909, en contra de su director Antonio Herrera Toro, una huelga que terminó cuando el grupo de conjurados se vio obligado a abandonar los talleres del viejo instituto. De aquello que nació por rechazo a un sistema de aprendizaje iba a surgir uno de los movimientos más vigorosos de nuestro arte. De una simple intención gremial nació una escuela pictórica basada en la observación de la naturaleza y en la exaltación de la tipología criolla. Una escuela de la visualidad que comienza a plantearse el hecho pictórico en función de la transcripción de los datos de la naturaleza tal como son percibidos por el artista en el momento de pintar y teniendo como propósito hacer del cuadro una realidad en sí misma".

El Círculo de Bellas Artes generó grandes cambios, renovando las propuestas estéticas integrando el impresionismo a Venezuela pero transformado gracias al trópico. Esto lo convirtió en una renovada forma de acercamiento a la plástica acercando la expresión a formas críticas y modernas.

La creación del Círculo de Bellas Artes tendrá una influencia decisiva en el ánimo de Brandt, quien había venido pintando con poco entusiasmo en los últimos tiempos. Su taller en la casa de la esquina de Mijares, donde el pintor vive con su familia (y allí vivirá hasta su muerte) se convierte a su vez en centro donde los pintores del Círculo se reúnen para hablar los problemas del arte. En ese momento Brandt es el más preparado de todos los pintores del Círculo y quizá a pesar suyo es la mayor autoridad en materia pictórica.

Volvamos atrás. Entre 1902 y 1903 Brandt está en Europa. Quiere seguir estudiando pintura. Radicado en París concurre a las academias libres La Colarossi y La Grande Chaumiére. También asiste al taller de Jean Paul Laurens. Uno de sus compañeros de estudios es el pintor español Manuel Benedito Vives, con quien, según se dice, hizo un viaje en bicicleta de París a Holanda. Pasa una temporada en Bélgica y pinta en Brujas, bajo la influencia impresionista. Estudia a los pintores flamencos. El intimismo de la pintura holandesa, muy al gusto de su carácter, y la influencia impresionista serán decisivos en la obra madura de Brandt. En noviembre de 1903 se encuentra de regreso en Caracas.

Ilustración de Federico Brandt en El Cojo Ilustrado, 1905

En 1904 hace ilustraciones para El Cojo Ilustrado y asiste a la Academia de Bellas Artes con regularidad. En 1907 ejecuta varias marinas en la isla de Margarita. Calzadilla señala que "... tanto en estos como en otros paisajes de la misma época sigue la tendencia, generalizada entre los pintores que habían estudiado en la Academia, a resolver la composición con una gama de grises: tierras, ocres, pardos y marrones".

En 1909, en calidad de "jurado extraño al plantel" (lo que nos da una idea del respeto que como pintor se le tenía) forma parte junto con Herrera Toro y Cruz Álvarez García de la Junta de Inspección del Instituto de Bellas Artes, encargada de calificar a los alumnos de la Academia, entre ellos Rafael Monasterios, Antonio Edmundo Monsanto, Manuel Cabré, Armando Reverón, Alfredo Vidal y Leoncio Martínez. Ese mismo año se casa y muda a la casa de la esquina de Mijares donde, como dijimos, vivirá hasta la muerte.

Ya sabemos que en 1912 es creado el Círculo de Bellas Artes. En 1915-17 Brandt pinta Interior con Julia y sus juguetes "... obra extraña y significativa, aislada en medio de una producción aun vacilante e insegura" -expresa Juan Calzadilla. "Brandt -continúa Calzadilla- intenta encontrarse en el paisaje trabajando con una técnica de pinceladas menudas y toques de color vivo, tras abandonar definitivamente la factura terrosa que había conservado para la ejecución de varios paisajes.

Interior con Julia y sus juguetes, 1915

A fines de 1916 llegan independientemente a Venezuela los pintores Samys Mützner (rumano) y Nicolás Ferdinandov (ruso). El primero se pone en contacto con el Círculo de Bellas Artes y conoce a Brandt, con quien mantendrá estrecha amistad. "Tras recibir la influencia de Mützner -dice Calzadilla-, Brandt inicia una importante evolución en su obra paisajista, caracterizada ahora por un colorido claro y una factura resuelta sin timideces, de pincelada nerviosa y dividida."

En 1918 Brandt realiza pinturas al aire libre en compañía de Monasterios, Monsanto, Vidal, Cabré. Se observa una nota común en el tratamiento del paisaje y la influencia de Brandt sobre el grupo será notoria. "Después de haber trasladado su local de la esquina de Reducto una casa en Pagüita bautizada con el nombre de El Cajón de Los Monos, el Círculo de Bellas Artes, cuyo último local fue allanado por las policía de Juan Vicente Gómez, desaparece como taller de estudios y centro de reunión, aunque no como programa estético" -comenta Calzadilla. Y en agosto de este mismo año tiene lugar en el Club Venezuela una exposición de Samys Mützner. De las 80 obras exhibidas 40 han sido adquiridas, la mayoría paisajes o motivos nacionales. Así que podemos decir que esta exposición "abre inesperadamente la comprensión a la nueva pintura que se hace en Caracas, y marca el comienzo de una inusual temporada de exposiciones en esta ciudad que, hasta ahora, había mirado con profunda indiferencia a sus artistas jóvenes" (Juan Calzadilla).

En 1919 se encuentra en Caracas Emilio Boggio. "53 obras de este pintor impresionista son mostradas en la Academia de Bellas Artes, con gran éxito de público y de crítica. Mützner parte para Europa y fallece en su país natal en 1954. Emilio Boggio también viajará este año a Europa. Muere en Francia al año siguiente.

En 1921 tiene lugar la única exposición del grupo donde participa Brandt, muy poco dado a mostrar su obra. La muestra, organizada por Nicolás Ferdinandov tiene lugar en la Universidad Central; en ella participan el organizador, Antonio Edmundo Monsanto, Armando Reverón y Federico Brandt, por supuesto.

Brandt, quien ha pintado una serie de obras bajo la influencia de los azules de Ferdinandov, comienza ahora, libre de aquella influencia, a pintar una serie de naturalezas muertas e interiores "donde manifiesta interés en destacar los brillos y luces de objetos de marcos dorados. Recordando (tal vez inconscientemente) a Vermeer introduce cuadros de pintura como elementos de la composición, en interiores y naturalezas muertas, enriqueciendo y profundizando de este modo el espacio plástico" (Juan Calzadilla). Decrece el interés por el modelo humano y sobre todo por la anécdota que en adelante llega a desaparecer completamente. Al respecto leemos en el libro de Juan Calzadilla: "El interior y la naturaleza muerta, los dos géneros en que Brandt se revelará seguidamente como un maestro, revisten la misma preocupación por el objeto en su autonomía plástica; para el artista lo principal será descubrir los valores de la organización cromática, no la representación de los objetos. Librado de toda influencia, Brandt se instala en su estilo concluyente".

De acá en adelante la pintura de Brandt se torna concisa y lineal, de un carácter más constructivo. El dibujo parece una síntesis que delimita claramente los contornos de las formas con un trazo valorizado. Resultado: una composición más dinámica y vibrante.

Una manera que a mi parecer hace cezzaneana alguna pintura de Brandt es su tendencia a repetir un tema cinco y más veces, como son los cuadros del patio de la Escuela de Música. (Recordemos la tendencia de Cézanne a pintar una y otra vez en Monte Santa Victoria en Francia, como si nunca estuviera satisfecho del resultado obtenido.)

Existen, por supuesto, otros rasgos de influencia cezanneana en naturalezas muertas pintadas hacia 1927. Algunos interiores recuerdan claramente la obra de Van Gogh, cuyo dibujo lo ha influido.

Entre 1928 y 1931 pinta una serie de obras que tienen por tema la quinta La Casona, residencia de su hermano Alfredo en las cercanías de Caracas (La Carlota).

Variaciones de la firma de Federico Brandt

En 1931 el pintor ha alcanzado la plena madurez de su estilo, expresado en la serenidad de los cuadros de interior y en sus últimas naturalezas muertas.

En 1932 Brandt enferma. Habiendo contraído una septicemia, le es amputada una pierna para evitar que la infección avance, pero ello no resulta ser suficiente. Fallece en Caracas el 25 de julio a los 54 años.

Con algo de ficción

Abdera fue una ciudad de la que hoy solo quedan ruinas que recorre la brisa y la melancolía. Está ubicada a orillas del mar en lo que fue Tracia y ahora es Grecia. Allí nació hacia el año 460 antes de nuestra era Demócrito, llamado por Cicerón virs eruditus, versado en física, ética, matemática, en las disciplinas enciclopédicas, en todas las artes. A Demócrito debemos una de las primeras sino la primera versión materialista del mundo, el cual estaría constituido solo por unas partículas que él denominó átomos (es decir indivisibles) y el vacío. Los átomos caían en línea recta hacia abajo en el vacío y por necesidad formaban torbellinos que los unían y daban lugar a todo lo que existe.

Variaciones de la firma de Federico Brandt

Años después, en 341 antes de nuestra era, nació en la isla volcánica de Samos Epicuro, quien aún siguiendo el materialismo de Demócrito, lo reformó en partes esenciales. Para lo que nos interesa, en la física aceptó la caída de los átomos en el vacío, sostuvo que todo devenir y toda nueva realidad no es sino una reagrupación de éstos pero (y aquí está la diferencia) también sostuvo que dicha reagrupación se producía con la intervención de algo que nadie sabe cuándo ni dónde se produce y que llamó desviación de los átomos en su caída en línea recta y Tito Lucrecio Caro (siglo I antes de nuestra era), el gran poeta atomista de la filosofía, denominó clinamen, en Dē rerūm natūra (La naturaleza de las cosas). Los átomos caen en el vacío y por una desviación debida al azar chocan unos con otros y producen todo lo que conocemos. Del determinismo (necesidad) de Demócrito se pasa al azar de Epicuro y de allí al libre albedrío en su ética.

Siglos más tarde, en el siglo XX, el estudioso de la cábala y la literatura Harold Bloom utilizará la expresión de Lucrecio (clinamen) para explicar el alejamiento de los poetas contemporáneos, unos de otros, en un momento indeterminado de angustia imitativa. Esto lo hizo Bloom en su famoso libro La angustia de las influencias.

Climanen y caída libre son las expresiones que usaré hipotéticamente para señalar dos alejamientos de Federico Brandt como pintor: de sus contemporáneos nacionales, aun estando con ellos, siguiéndolos en los estudios y hasta en preocupaciones estéticas; y también, sobre todo la segunda, para señalar las ausencias aparentes en su obra (la soledad) y la libertad para aproximarse a ciertos pintores europeos, sobre todo a Cézanne, a Van Gogh y a los holandeses. Hablamos de un clinaje hacia la modernidad.

Quizás lo propio de la belleza sea la indeterminación y la línea curva a veces nerviosa, llevada de la mano, lo más adecuado a la tiesura de los ángulos. Pero nunca olvidemos que según Kant lo bello es lo que place sin concepto.

Obra y sueños

Primero fue la mano en el muro y los animales aptos para la alimentación, luego los dioses con sus semidioses y héroes, después el dios con su cortejo de ángeles y en la tierra con sus representantes religiosos (los clérigos) y legales (los reyes, etc.), luego los grandes personajes de la época. Ahora hemos vuelto al comienzo. En un mundo sin dioses ni séquitos ni personajes relevantes, nos queda el mundo de todos los días: el de los zapatos, el cuarto, los paisajes, la fruta, el techo, la muñeca, el amigo o nadie en particular.

Unos zapatos lanzados al azar contrastan tanto con el orden de la escena que el lector de la obra podría pensar que algo súbito ha ocurrido, y acaso tendría razón. El pintor ha entrado al estudio o cuarto, supongamos, y de inmediato la pintura se ha impuesto. No hay tiempo para arreglar los zapatos, (¿o están perfectamente ordenados para crear profundidad?), debe tomar el apunte (o ir a la pintura directa) ya, no debe permitir que pase la luz exacta que cae sobre el almohadón azul dispuesto -y ya curvo, porque alguien se sienta allí- sobre el sillón tapizado en cuero, sobre las flores y una parte del baúl. Hay un pequeño paraban a mano izquierda, un cortinaje y un cuadro, apenas delineados. Al fondo los techos de teja que preceden una torre y que son un plano inclinado hacia el cuarto o estudio, y los árboles que no están al azar sino para dar equilibrio al lienzo. ¿Quién está detrás, el pintor solamente o lo acompañan emocionadas sus hijas y su esposa, en caso de que el artista permita que lo observen mientras trabaja? De todas maneras la escena está sola, el tumulto (si existiese) viene detrás. Como en casi todo Brandt, los personajes están únicamente presentidos; nosotros los hacemos o imaginamos -y entonces la soledad no es tal. Esa casa con techos de teja podría estar colmada de familias, pero el pintor, amante del silencio no quiere apabullarnos, no hay grito, no hay ruidos, no hay aunque sea el gato que transite los techos. El personaje (lo que pinta el pintor) no es siquiera relevante, no así la pasta conque llena el pintor lo que pinta (y que lleva a pensar en Cézanne así como el tema en Van Gogh), no así la luz que atraviesa la ventana, no así la tierna quietud que reina en el cuadro donde el pintor pareciera corregir lo que tiene la vida de demasiado geométrico (todo, si vemos con cuidado, está saturado de pequeñas curvas) porque acaso lo propio de la belleza sean la ausencia, la indeterminación. Como el torso de Hércules de que nos habla Winckelmann (Stendal, Alemania, 1717-Trieste, Italia, 1766): "Por deteriorada que esté, mutilada, privada de la cabeza, los brazos y las piernas, esta estatua se muestra aún hoy en el esplendor de su belleza antigua...". La ausencia se ha convertido en presencia en esta obra inexpresiva en una primera lectura. En ella hay un clinaje a la modernidad. Así en Brandt, la carencia de temática grandilocuente o el instalar las telas en el lugar propio del arte para anular su contenido dan lugar a "[un] aparecer completamente desprovisto de interés en relación con el objeto", como diría Hegel en sus Lecciones de estética.

Winckelmann fue, al decir de Jacques Rancière, "el padre de esa Grecia académica de la 'calma grandeza' y la 'noble simplicidad', congelada lejos de su propio suelo en los museos romanos y los cerebros filosóficos alemanes".

Muñecas, 1928

En un mundo demasiado grande están las muñecas. Todo es inmenso para ellas, pero la composición que hizo el pintor así lo dispuso. Un mundo de hadas, encantado, con una guitarra que nadie (ninguna de ellas, salvo por un acto de magia del cuento de hadas) puede tocar, con un abanico sin uso, con un libro sobre la mesa que nadie ve, porque las muñecas dirigen la mirada hacia la izquierda, acaso asombradas por algo extraordinario que está sucediendo en esa parte. El sillón es una mancha roja de pintura que indica que una parte del libro está en la punta de la mesa, y también señala la presencia de la mesa. Pero todo, inexorablemente, lleva a la izquierda, hacia donde ven las muñecas.

Brandt ha pintado muchas composiciones con muñecas y en todas sobresale ese detalle de la inteligencia que no da nada por concluido. Porque "una inteligencia que apunta a fabricar es una inteligencia que no se detiene nunca en la forma actual de las cosas, que no la considera como definitiva, que tiene toda materia, por el contrario, por recortable a voluntad" -dice Bergson. Schopenhauer opina que "el arte, por el contrario, alcanza siempre su fin. Pues arranca el objeto de su contemplación fuera de la corriente del curso mundano y lo tiene aislado ante sí: y ese objeto individual, que era una parte diminuta de aquella corriente, se convierte en un representante del todo, en un equivalente de los infinitos que hay en el espacio y el tiempo: por eso se queda en ese ser individual: la rueda del tiempo se para: las relaciones desaparecen: solo lo esencial, la idea, es su objeto. – De modo que podamos hablar del arte como la forma de considerar las cosas independientemente del principio de razón, en oposición a la consideración que sigue directamente ese principio, y que constituye la vía de la experiencia y la ciencia."

Las facciones de las muñecas asoman solamente, lo que conforma y rellena el abanico es solo manchas de colores que insinúan lo que nuestra vista está acostumbrada a ver, el cuadro son unos toques de pintura, la mesa un marrón casi disperso. Es la caída, el clinamen hacia la modernidad. La luz es la propia de un escenario plenamente iluminado.

Reverón con muñecas

Otro pintor, del que Brandt hizo un retrato, será el gran constructor de escenarios poblados de muñecas; nos referimos claro está a Armando Reverón (Caracas, 1889-1954).

Ahora una obra estudiada por el pintor, crítico de arte y poeta Juan Calzadilla:

Interior del sillón rojo, 1930

Es una obra culminante del último período de Brandt. Los planos blancos de los muros, contrastando con los rojos intensos de la cortina y el sillón, son las notas armónicas dominantes alrededor de las cuales giran los demás valores de color. La fragmentación de los planos generales en otras formas más pequeñas mostradas como volúmenes, relieves o nuevos planos recortados por los bordes o movidos, acentúa aun más el dinamismo que en profundidad y extensión logra imprimirle Brandt a composiciones como ésta.

Y del mismo Calzadilla son las palabras culminantes:

Toda la obra de Brandt parece apuntar no hacia la realidad sino hacia el lenguaje que es al mismo tiempo una realidad: la de la pintura. Su obra fue como una encrucijada: recibió muchos caminos, juntándolos, pero a la vez estaba lista para dejarlos libres de nuevo.

Bibliografía

BOULTON, Alfredo, Historia de la Pintura en Venezuela, Tomo II, Época Nacional, Editorial Arte, Caracas, 1968.

CALZADILLA, Juan, Federico Brandt, Ernesto Armitano Editor, Caracas, 1972.

HEGEL, George Wilhelm Friedrich, Lecciones de estética, vol. 2, Península, Barcelona, España, 1991.

HIRSCHBERGER, Johannes, Historia de la filosofía, t. I, Editorial Herder, Barcelona, España, 1954.

MARX, Carlos, Diferencia entre la filosofía de la naturaleza según Demócrito y según Epicuro, Universidad Central de Venezuela, Dirección de Cultura, Caracas, 1997.

RANCIÈRE, Jacques, Aisthesis, Escenas del régimen estético del arte, Manantial, Buenos Aires, 2013.

WINCKELMANN, Johannes Joachim, Historia del arte en la antigüedad, Folio,Barcelona,España, 2002.