Las llaves de las cosas ocultas: Sobre la obra de Gladys Meneses II

Las llaves de las cosas ocultas: Sobre la obra de Gladys Meneses II

(Para recordar a Gladys Meneses)

Por eso los verdaderos poetas, los verdaderos pintores y los verdaderos filósofos tienen predilección unos por los otros y se admiran mutuamente. Giordano Bruno, El sello de los sellos.

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Cierta tarde Plinio aseguró que el primer pintor habría perfilado una sombra proyectada sobre un muro. El modelo sería la sombra y ésta se escondería en el sueño, el cual, según dijo un poeta, “sombras suele vestir de bulto bello”. Esta pudiera ser también una imagen remota del pensamiento primitivo, en cuanto algo que está a punto de ser producido, en cuanto pensamiento que, como embrión inacabado, espera que lo perfilen para nacer. Por eso Gladys Meneses, llegó a decir que la tarea del artista es desaguar el lenguaje del alma, siendo el alma también el pensamiento; dar a luz embriones que son algo nunca nacido: prototipos aun en el nivel de apunte.

Una lectura que tenga en cuenta a Bruno, aquel ex-monje condenado por tres iglesias y quemado por la católica en la plaza romana Campo dei Fiori , debe sostener que todo va del Universo al Uno. En sus grabados, Gladys Meneses, la artista va del todo (o del Delta) al detalle, del detalle a la piedra: siendo ésta lo inencontrable, aquello que solo puede ser pensado porque para el deltano la piedra no se concibe como presencia física, es uno de los misterios que el Wisidatu guarda en su cesta, el Toro-Toro; es algo que no existe en cuanto materia: es el hombre con el rostro en el pecho de la mitología hispano-americana: la forma imaginada: el unicornio de otras mitologías.

Viaje inverso

Hacemos el viaje inverso: vamos desde lo inexistente (la piedra) al todo (Delta). Acá una mancha mínima, al centro o ligeramente a un lado del grabado -mancha que es toda oscuridad presunta, como un vientre-, deja suponer al espectador la presencia de un punto dentro de ella; y detrás, o debajo, o dentro de ese punto, la piedra -que no existe. Y entonces descubrimos (develamos) aquello que –sabemos- es un imposible: la piedra donde brota el paisaje. El paisaje serán los caños del Delta, sus vericuetos, sus lenguas acuosas representadas con un color que repite el tono del papel de grabar en que está impresa la plancha. Otra vez regresamos a lo primigenio, al embrión que nace y vuelve a nacer con cada nueva impresión: siempre igual, porque es el mismo embrión (o plancha grabada); siempre distinto, porque su lucir depende de la pericia del artífice grabador, que es el partero socrático; de lo solvente que sea la sala de parto, de la pureza del pigmento utilizado, de la calidad del ambiente, del humor de quien hace el trabajo.

Hasta aquí, este desarrollo partió de un ejemplo puntual. Otras obras merecerán desarrollos distintos; pero todas parecieran cumplir, misteriosamente, con el esquema que ha sido propuesto, sin importar el material (acero, melanina, etcétera.) con que haya sido hecha la plancha ni su forma. Las diferentes planchas de grabar en la obra de Gladys Meneses son otra materia para un estudio.

Grabado de Gladys Meneses, 1975

Etapas de la obra

Después de los grabados, vendrían los vitrales. Son, en el fondo, recuerdos de aquéllos (en cuanto que re-cordis es re-pasar por el corazón). Y si recordar es además saber entrar en la esencia de las cosas y así poderlas también cambiar, como quería Bruno, acá la artista entra en la esencia de cada uno de los componentes del vitral, en cada lámina o fragmento de vidrio, para desde ellos reorganizar el Delta. De la lámina al fragmento de vidrio, de éste a lo recóndito y de allí, nuevamente, a la piedra (al final, a la mente), que es el lugar donde brota el paisaje.

Un salto inevitable conduce a la artista de lo bidimensional a la tercera dimensión; el hierro hace su entrada y el poeta Gustavo Pereira, su amigo sempiterno, lo expresa así:

"Vencida esta etapa, vivida a plenitud la experiencia del plano ('siento la imperiosa necesidad de hacer escultura' me dijo hace tres años [es decir, en 1992]) la línea continua de apertura y asunción del espacio, presentes en sus anteriores trabajos, desencadena ahora, como era previsible, estas proposiciones tridimensionales henchidas de dramática fuerza expresiva. Múltiples y desafiantes tensiones se revelan en ellas desde la configuración misma de los materiales. Tensiones energéticas, más que lineales o turgentes. (...). "Pero si la fuerza que emana de la fuerza intervenida por la técnica (hendida, doblada, perforada, soldada) y acentuada por meditados contrastes (hierro y vidrio, opacidad y color, horizontalidad y verticalidad) parece concluyente, no lo es menos la presencia del azar, un azar que en la obra de Gladys Meneses ha jugado como una presencia incitadora articulando o desarticulando elementos que rehúsan la elaboración normativa estableciendo campos gravitacionales, estimulando nuevas percepciones y creando un sistema de disidencias contra todo intento de sistematización por parte del espectador".

[Gustavo Pereira, Gladys Meneses o los cauces del fulgor,

en catálogo para la exposición XA, de Gladys Meneses, Sala Cultural Corpoven,

Puerto La Cruz, 1996.]

Y Gladys, la artista, lo expresa así:

"Para mí el grabado es fundamental, a él le debo mi disciplina, mis exigencias y, sobre todo la paciencia que acompaña al proceso creador. Un grabado necesita ir con precisión a las milimétricas profundidades del material para poderle arrancar a la matriz la inmensa variedad de tonos que van del blanco al negro. Sin añadiduras. Es por esto que lo que más atrae de la escultura no es el modelado, que corrige y forma añadiendo material. Me interesa el constructor, el tallador, el escultor que resta lo que sobra a la obra".

[En entrevista realizada por Alberto Asprino

para la exposición XA, de Gladys Meneses,

Sala Cultural Corpoven, Puerto La Cruz, 1996.]

Última etapa

La cuarta etapa no pudo ser cumplida por la artista, aparentemente. Quería esculpir en piedra, tenía las herramientas para realizarlo, pero el tiempo y la dureza de la tarea se lo impidieron. Sin embargo, en el árido Anzoátegui consiguió la escultura que necesitaba; una roca enorme con un insecto (u otro algo) incrustado en ella a manera de fósil. Allí estaban los grabados, allí los vitrales, allí la piedra esquiva que siempre quiso dibujar y que solo le permitió hacer los paisajes. Allí estaban las llaves de las cosas ocultas. La roca sigue en la que fue su casa, en Lecherías.

Esa podría ser la lingua characteristica de Gladys Meneses, si aceptamos la expresión leibniciana como valedera y si como dicen los lingüistas carácter es imagen -en griego.

Hemos girado por un oscuro laberinto para aproximarnos a la obra artística de Gladys Meneses, mujer blanquísima, de mirada pícara, estatura menuda y cabello rizado que vestía con un pantalón de textura suave -cuando no era un jean-, una blusa siempre holgada y unas sandalias siempre marrones; cuando hacía mucho sol, y tanto en el Delta como en Anzoátegui hace siempre mucho sol, usaba un sombrero tejido, de ala muy ancha, lo que la hacía ver aun más pequeña de lo que era. Hablaba y leía mucho: y lo hacía con propiedad.

José Balza, el escritor, presenta sus inicios así:

En una aldea inmóvil, pero vertiginosa ante el gran río que la rodea, una mujer pinta las faldas de un traje que alguien le ha encargado. La mujer vive de este trabajo. El traje de baile, exitoso de antemano, se enriquece con pinturas que la mujer añade a su diestro hilado. Esto ocurre hacia 1946, en las selvas del Orinoco (...). Junto a la costurera está su hija: y la niña es Gladys Meneses, quien sin saberlo quedará inclinada por esta experiencia hacia la alegría del arte. De esta manera, la niña descubrirá la aplicación de los colores, la copia de ciertas imágenes, el modo como un detalle de la fiesta puede contener la fiesta entera. La madre, la tela, la niña y el fulvo sopor del trópico en el Delta. ¿Nace así una posibilidad del arte cuya fuerza más honda será la serenidad, lo solar? ¿Puede derivar de cuánto esta imagen reúne -colores, ternura familiar- la atmósfera psíquica que caracterizará toda una obra futura?.

[Jose Balza, Gladys Meneses o los secretos de oriente,

texto para el catálogo de la exposición Ine Wirinoko-Ine Waniku,

con la cual Gladys Meneses representó a Venezuela en la XX Bienal Internacional de São Paulo, Brasil, 1989.]

Gladys Meneses, grabadora, artista integral, "verdadera artista", ampliando a su real extensión la sentencia de Giordano Bruno, nació en el Delta del Orinoco el 9 de noviembre de 1938 y murió en Lecherías el 27 de julio de 2014.

"En definitiva, bien que haya individuos innumerables, todo es uno, y conocer esta unidad es el objeto y término de toda filosofía y contemplación natural."

Giordano Bruno, Del principio, de la causa y del uno.

Caracas, abril de 2016.