Juan Lovera I. Sus contemporáneos.

Juan Lovera I. Sus contemporáneos.

JUAN LOVERA, UN RETRATISTA, UN HISTORIADOR...

I

En una ciudad joven y pequeña, de escasa población pero con cierto renombre, Louis Phillippe, conde de Ségur (Paris, 1753 -1830)] militar, diplomático, historiador y poeta habla con generosidad de ella en 1783 y Robert Semple comerciante y escritor de libros de viaje se refieren con emoción a la ciudad en 1810-1811; en esa ciudad joven, pulcra y de contados habitantes, más de cincuenta personas reunidas constituyen una multitud; y el pintor: Juan Lovera, ajustado a la realidad, la mostró frente a una edificación sencilla (el frontispicio de la Catedral de Caracas) aunque opulenta para la condición de Capitanía General de que gozaba la región en 1810. Nos referimos al cuadro Tumulto del 19 de abril de 1810 pintado por Juan Lovera en 1835, es decir, 25 años después de ocurrido el suceso y según algunos a petición o bajo la influencia del entonces presidente José Antonio Páez quien habría declarado esos años como recordatorios de la revolución de independencia. Lovera fue testigo presencial del acto y seguramente tomó apuntes del suceso, aparte de que tenía una memoria visual prodigiosa. El Retrato de Antonio Muñoz Tébar (Colección casa natal del Libertador), muerto el personaje en 1813, Lovera lo pintó "de memoria" hacia 1838.

Robert Semple

Robert Semple dice de Caracas:

"Cuando, habiendo pasado la serranía, descendimos ya hacia Caracas, empezó a despuntar el día. Nunca había visto yo perspectiva más interesante. Un valle de más de 20 millas de longitud encerrado entre altas montañas se extendía, gradualmente, ante mis ojos. Un riachuelo que corría a lo largo de todo él, aparecía marcado por una línea de neblina siguiendo el fondo del valle... [...]. Después de pasar las primeras hileras de casas, me sorprendió la pulcritud y regularidad de la mayor parte de las calles, muy bien pavimentadas y que superaban con mucho a todo lo que hasta entonces había visto en las Indias Occidentales. [...]. "En ésta [la música], la gente de Caracas tiene un gusto excelente y está haciendo rápidos progresos, aunque no ha sido extensamente cultivada por ellos hasta hace unos 25 años. Dudo mucho que en ninguna ciudad de los estados angloamericanos esta deliciosa ciencia haya llegado a aproximarse a la misma perfección que aquí tiene."

El conde de Ségur, por su parte, sostiene de Caracas cuando Simón Bolívar tiene meses de nacido y Juan Lovera cinco años:

"Riega el valle un bonito río, cuyas límpidas aguas mantienen los prados siempre frescos, y en permanente verdor los árboles [...]. "Dispersas o agrupadas en medio de estas praderas hay gran número de elegantes mansiones, cuyos huertos, cuidadosamente cultivados, tienen por cerca matas aromáticas. Un aire puro, embalsamado, se respira ahí; y la existencia parece renovar su actividad para hacernos gozar de las más dulces sensaciones de la vida. En fin, que de no haber encontrado en ese lugar monjes inquisidores, huraños alguaciles, alguno que otro tigre, y los empleados de un Intendente codicioso, yo hubiera casi llegado a creer que el valle de Caracas era una pequeña porción del Paraíso Terrenal [...]. "La ciudad de Caracas se ofreció a nuestras miradas con majestuosidad suficiente para completar noblemente este cuadro; nos pareció grande, limpia, bien edificada. Creo que en esa época se calculaba su población en veinte mil habitantes [...]"

El famoso "bochinche" de Francisco de Miranda, redivivo. Contraste que aun ningún pintor o literato ha sabido brindarnos; y así, mientras en otras ciudades del mundo éstas y las gentes han ido, en términos generales, hacia lo que podríamos suponer como "mejor" (como calidad de vida, por ejemplo), en ciertas regiones de América (al menos en Caracas y acaso también, pero en menor escala en la ilimitada Ciudad México) el recorrido ha sido a primera vista casi inverso. Probablemente un espíritu de minero, tomado de la explotación petrolera (y que no se la culpe de nuestros vicios) ha hecho que destruyamos la ciudad insistentemente, que de la pulcritud hayamos pasado a la suciedad, del buen vestir al trapo de minero, de las palabras adecuadas al insulto, del mesurado vivir a la competencia desmedida. Una ciudad de buhoneros se ha impuesto a la ciudad de la ciudadanía. Un desprecio por el buen gusto ha dado como resultado un aprecio por lo deforme e improvisado. Todo en Caracas parece ser improvisado. ¡Qué lejos del Paraíso Terrenal de Ségur! ¡Qué infinitamente alejada de la pulcritud y regularidad de la mayor parte de las calles que alabó Semple en plena revuelta independentista! Pero la ciudad, tal vez a pesar de nosotros, sigue en pie y siendo bella. Quedan algunos paisajes y edificaciones memorables; no todo ha sido pérdida: la catedral continúa misteriosamente en pie, luego de tantos años, edificaciones emblemáticas del centro de Caracas han sido rescatadas del bochinche y devueltas a su antiguo esplendor, igual el edificio (Concejo Municipal) en donde se firmó el acta de la Independencia, hecho también pintado por Juan Lovera (testigo presencial, como en el 5 de julio de 1811_)_ años después de ocurrido el suceso, como pasó con el Tumulto del 19 de abril de 1810. ¿También bajo la declaración de Páez?

Y sin embargo, no todo está dicho; dentro de los contrastes quedan lagunas de nuestro ser que no logran observar las alabanzas de los viajeros ni explicar las restauraciones de estos últimos años. Lo vio el Santo Oficio al anunciar los contornos no admitidos por la fe; dice José Balza:

"... la excesiva espontaneidad, el goce -bebidas, tabaco, danzas, sexo-, la fe sostenida, pero proclive a ser alterada, la burla, el escaso respeto a lo legal, etc. [...]. Y, esencialmente, el imparable gusto por hablar, la incontinencia verbal."

Quizá en esas inquisitivas observaciones esté un retrato más cercano de lo que aun somos.

Juan Lovera

(Caracas, 26 de diciembre de 1778 - 20 de enero de 1841) era pardo libre al igual que sus padres, abuelos y bisabuelos. Dice Boulton que Juan Atanasio Lovera y Juana Rosalía Arechederra, padres de Juan Lovera y otros dos hijos ofrecieron a éstos "...esmerada educación y por sus talentos fueron apreciados más allá de su medio social". (1973, p. 46).

Sigamos con Boulton:

"Juan Lovera inició sus estudios de pintura, según refiere su pariente y biógrafo Landaeta Rosales [Manuel Landaeta Rosales, Caracas, 1847-1920, militar de la Revolución Reivindicadora, funcionario de la administración pública e historiador: combatió y sirvió a Antonio Guzmán Blanco; también combatió bajo las órdenes del general Natividad Solórzano contra quien luego abrió fuego bajo las órdenes de Joaquín Crespo. Desde 1889 se dedica a compilar documentos y a escribir artículos sobre variados temas, entre ellos el que hizo sobre Juan Lovera, de quien dice estudió] en el Convento de San Jacinto -según continúa Boulton- seguramente ejercitándose en copiar imágenes religiosas. Era frecuente en aquellos años que en conventos, monasterios y otras instituciones eclesiásticas se mantuviera la practica de la pintura, precisamente con el propósito de reproducir imágenes piadosas".

Carlos Duarte será más detallista:

"Al mismo tiempo que ayudaban a moler los colores y mezclarlos con el aceite, aprendían también la técnica de preparación de los lienzos, el dorado de hojilla y la iluminación de estampas y grabados, todo según viejas fórmulas y experiencias de la tradición colonial. Fuera de esto asistían, como mozos de pintor, a su maestro, en la decoración de muebles, retablos, paredes, techos y en la reparación de imágenes".

Las imágenes tenían en su mayoría una función narrativa; los cuadros narraban para la mayoría analfabeta las glorias del catolicismo y eran, en ese sentido, suerte de libros de catecismo. Un ejemplo excelente es "Nuestra señora de Caracas" atribuida por Carlos Duarte a Juan Pedro López . No siempre importaba tanto la calidad plástica como la eficacia narrativa, aun cuando hoy festejemos muchas obras de aquellas épocas por su valor artístico, a sabiendas de que la mayoría eran copias de copias de copias: todo un horror para el viejo Platón que solo creía en originales (las ideas inmutables).

Sabemos que fue discípulo de Antonio José Landaeta, cuando éste tenía su obrador 'en la calle de los pintores' [¿'casas de los pintores', en el barrio de San Pablo, en la actual esquina de La Pelota. Lovera también fue alumno de Fray Francisco de Andújar nacido en la localidad de Andújar, España, en 1760. Misionero capuchino, fundador de una cátedra o academia de Matemáticas en Caracas e investigador de las ciencias naturales. Su nombre completo era Francisco de Paula Ravé y Berdura y fue maestro de Simón Bolívar. Ni éste ni los restantes caudillos independentistas olvidarían la labor de Andújar; y así, poco antes de su muerte, fray Francisco recibió el homenaje del general insurgente Piar. Poco después de fallecer el capuchino, las tropas españolas arrasaron su casa y destruyeron sus pertenencias como castigo a la aceptada veneración del ejército rebelde.

Dice la historia que en 1799 Lovera tenía un taller entre las esquinas de Pelota y Punceres al que acudieron Humboldt y Bonpland y que hizo un retrato del primero de los mencionados. En 1802, según un documento hallado en el Archivo de Indias de Sevilla, un tal Juan Lovera, de Caracas, se encontraba estudiando en España sometido a vigilancia policial.

En enero de 1811 Francisco Isnardi lo menciona en E__l Mercurio Venezolano:

"La pintura se ha resentido hasta ahora, como todas las demás artes de gusto en América, de la falta de maestros y modelos, que hubieran dado al genio americano todo el impulso que prometen las bellas disposiciones que los inteligentes descubren en los cuadros de algunos de nuestros artistas indígenas. [...]. El señor Lovera merece por todos títulos, la protección benéfica de nuestra actual transformación, y sus obras, conocidas de pocos, son una prueba de esta verdad honrosa para Caracas. Es tiempo de que haga ver al mundo el genio americano, y las esperanzas que deben hacer concebir sus felices ensayos en la pintura". Dirá también Isnardi que la obra de Lovera "no será comparable a las de Murillo, Velázquez y Mengs; pero anunciará disposiciones capaces de recibir y hacer honor a las lecciones de estos insignes maestros".

No es prudente ni lógico comparar la obra de un autor con la de otro. Es una suerte que Lovera no sea comparable con Velázquez, Murillo o Mengs porque entonces no sería nadie, carecería de personalidad.

Francisco Isnardi

Una duda metódica recorre el nacimiento y la vida de Francisco Isnardi. He aquí fragmentos de ella: "Buena parte de la historiografía venezolana presenta a Isnardi como nacido en 1750 en Turín, Italia. Sin embargo, la historiadora ítalo-venezolana Marisa Vannini de Gerulewicz habría probado en 2001 que el firmante del acta era originario de Cádiz, España. En su libro titulado El misterio de Francisco Isnardi (Fundavag Ediciones) publicado en 2001, Vannini señala la existencia de tres Isnardis residentes en Venezuela para la época de la independencia. El primero era un turinés, llamado también Francisco, dueño de una finca de algodón y de una biblioteca en Güiria, quien había sido acusado de conspirar contra la corona española. El segundo Isnardi, de nombre Enrico, provenía de Provenza y fue un activista insurgente domiciliado en la isla de Margarita. El tercer Isnardi, un gaditano llamado Francisco José Vidal Isnardi, era un graduado del Real Colegio de Medicina de Cádiz".

Isnardi pudo llegar primero a la Provincia de Trinidad, entonces perteneciente a la Capitanía General de Venezuela. En 1795, marchó a Güiria donde se hizo agricultor. El gobernador de la Provincia de Cumaná, Vicente Emparan, le encargó la elaboración de un plano de la costa. Posteriormente las autoridades españolas creyeron que Isnardi proveía de información y planos a los gobernantes británicos que estaban instalados en Trinidad. Isnardi fue detenido en 1801 y remitido a España en 1803. En 1806 fue puesto en libertad y le fueron devueltos sus bienes, con la condición de que no regresara a ninguna colonia de ultramar. A pesar de la prohibición, Isnardi se establece en Margarita en ese mismo año. "La versión dada por la historiadora Marisa Vannini indica que el Isnardi español, quien sería el auténtico firmante del acta, vino a Venezuela en 1804 por la vía de Puerto Cabello".

En 1810 Isnardi colabora junto a Andrés Bello en la redacción de la La Gazeta de Caracas, también junto a Bello pensaba publicar una revista que se titularía El Lucero y de la que sólo se conserva el prospecto. En 1811 fue redactor de El Mercurio Venezolano. En ese año es nombrado Secretario del Congreso Constituyente Venezolano. Le correspondió también escribir en El Publicista de Venezuela, publicación que divulgaba las sesiones del Congreso. El 7 de julio de 1811, firma el acta de la declaración de independencia que había redactado anteriormente en colaboración con el diputado Juan Germán Roscio. En diciembre de 1811, firmó la Constitución Federal.

"Al caer la primera república en 1812, fue detenido y recluido por los realistas en las bóvedas de La Guaira. Por orden de Domingo de Monteverde fue trasladado a España con otros siete independentistas, entre ellos Juan Germán Roscio [abogado, pardo, insigne autor de El triunfo de la libertad sobre el despotismo y como tantos otros (Andrés Bello entre ellos) de dudosa vena revolucionaria al inicio de su vida activa] y José Cortez Madariaga (o el dedo que niega). Estuvo prisionero, primero en Cádiz, y después en el presidio de Ceuta. [La siempre noble, leal y fidelísima Ceuta fue desde 1640 parte de España y es hoy una ciudad autónoma española situada en la península Tangitana, en la orilla africana del estrecho de Gilbaltrar, en la desembocadura oriental del mismo. Allí convivieron y conviven cristianos, musulmanes, judíos e indios o hindúes.] En 1820, es liberado luego del pronuncuamiento de Riego. [El 1 de enero de 1820 el coronel español Rafael de Riego realizó un pronunciamiento militar en Las Cabezas de San Juan en la provincia de Sevilla. Junto con otros oficiales, como Antonio Quiroga, proclamó la constitución y ordenó la detención del general en jefe del cuerpo expedicionario encargado de terminar con los independentistas sudamericanos que estaban azotando las colonias españolas. Es decir que no toda España estuvo en contra de Sur-América libre.] A partir de allí, no se saben más noticias de él".

[Francisco Isnardi. Sala virtual de investigación de la UCAB; "El misterio de Francisco Isnardi" redescubre otro patriota español. El Universal. 1 de abril de 2014.] De Juan Germán Roscio alaban su prosa (hay momentos en El triunfo de la libertad sobre el despotismo que parecen escritos por nuestro máximo poeta José Antonio Ramos Sucre, lo que lleva a pensar si acaso éste conoció la obra de Roscio y permitió que algunos pasajes de su obra influyeran la suya), su interés por la creación de bibliotecas en el país, su defensa "de una señora de Valencia quien, por no ser mantuana, fue privada del derecho a usar alfombra para arrodillarse en la iglesia". (Dimingo Miliani, Prólogo, El triunfo de la libertad sobre el despotismo, 2011, p. XVIII), su discernimiento entre el poder divino y el de los reyes y la demostración desde una lectura política de los escritos testamentales de la imposibilidad de que éstos fueran tenidos por representantes directos de Dios y por lo tanto por infalibles e intocables. Cuentan que escribía larguísimas cartas al Libertador no del todo bien recibidas -o recibidas lleno de terror- por éste.

En 1812 Lovera está en Caracas. La Catedral ha quedado resquebrajada a consecuencia del terremoto del 26 de marzo; ése que sirvió a los curas para hablar de castigo de Dios y a Bolívar, según dice un ilustre adversario de la revolución, José Domingo Díaz:

José Domingo Díaz

"A aquel ruido inexplicable sucedió el silencio de los sepulcros. En aquel momento me hallaba solo en medio de la plaza [Plaza Mayor, luego Bolívar] y de las ruinas; oí los alaridos de los que morían dentro del templo [Templo Mayor o Catedral] , subí por ellas y entré en su recinto. Todo fue obra de un instante. Allí vi como cuarenta personas, o hechas pedazos, o prontas a expirar en los escombros. Volví a subirlas y jamás se me olvidará ese momento. En lo más elevado encontré a don Simón Bolívar que, en mangas de camisa, trepaba por ellas para hacer el mismo examen. En su semblante estaba pintado el sumo terror o la suma desesperación. Me vió y me dirigió estas impías y extravagantes palabras: Si se opone la Naturaleza, lucharemos contra ella, y la haremos que nos obedezca...".

Entonces el arzobispo Narciso Coll y Prat

"refiere que tuvo que abandonar la Catedral Metropolitana, en ese año de 1912, a causa del peligroso estado en que se hallaban sus muros, por lo que se hizo necesario construir una pequeña capilla de techo de paja en el sitio de Ñaraulí 'inmediato a la Plaza Candelaria'". (Boulton, 1973, p. 47). Lovera, a petición del arzobispo, realiza "un trabajo de 'pintura de yeso hecho en la capilla provisional de Ñaraulí, donde se habia retirado el arzobispo después del terremoto'". (Boulton, 1973, p. 47).

Terremoto en Caracas en 1812, Tito Salas

José Domingo Díaz fue un gran médico, un acucioso investigador, copioso periodista, eficiente funcionario, vigoroso propagandista de la causa realista y uno de los primeros historiadores del proceso de independencia... Se mantuvo fiel a sus convicciones monárquicas aun después de terminada la guerra de independencia de Venezuela.

"Nació en Caracas los primeros días del mes de agosto de 1772 y fue registrado como expósito en el libro de bautismos de blancos de la iglesia La Candelaria. Fue adoptado por los hermanos sacerdotes Domingo y Antonio Díaz Argote de quienes toma el apellido."

(Marianela Tovar Núñez, Prólogo, José Domindo Díaz, 2013, p. IX).

Es posible que esta adopción marque su fidelidad a la monarquía (aun cuando muchos recalcan la extrañeza de que nunca mencione a los adoptantes en sus escritos); así se mantendría fiel a quienes lo adoptaron y les retribuiría los cuidados y la educación esmerada que le dieron. Pero esto no pasa de ser una conjetura. Debemos tener en cuenta lo que Julio Barroeta Lara denominó "tibias posturas ante los acontecimientos políticos de los años 1810-1811, que contrastan con el heroico autorretrato elaborado en los Recuerdos...". (Ibid, p. XLIII). He aquí lo que dice Díaz de esa época:

"La revolución, hasta entonces, no había presentado todo su aspecto feroz y era semejante a una reunión de niños que jugaba a gobierno. No había aun presentádose la discordia ni el origen español se miraba como un delito. Los sediciosos dormían en la abundancia y los placeres, mientras que los hombres honrados, contentos con la seguridad de sus peopiedades y el sosiego de sus casas, dejaban correr la farza y eran sus tranquilos espectadores".

(Díaz, 2013, p. 25).

José Domingo Díaz logra entrar a la Real y Pontificia Universidad de Caracas, posiblemente debido a la influencia de los Díaz Argote. Juan Germán Roscio logra entrar a esa misma universidad gracias a la influencia de la esposa del conde de San Javier, que le tiene especial estima. José Domindo Díaz, estudia latín, en 1785 inicia estudios en filosofía aristotélica y luego en 1788 los estudios en medicina. En 1794 se licencia como médico y un año después se gradúa como doctor en medicina. Sigue una ascendente carrera dentro de la academia que lo lleva a ser miembro de su claustro.

"Además, este dedicado estudiante había aprendido inglés y francés, conocía sibre música y estaba familiarizado con los clásicos. Su interés por la literarura lo llevó no solo a participar en las terturias literarias de los hermanos Ustáriz, sino también a escribir varios poemas y dos dramas... [...]. "Fue el primer médico de ciudad que tuvo Venezuela. Nombrado en 1802, desempeñó el cargo hasta 1808, fecha en que fue destituido... [...].

En 1808 viaja a Madrid, allí se casa con María Teresa de la Torre. Un año después sale hacia Sevilla para escapar de la invasión de Bonaparte. A finales de 1809, la Junta Central y Gubernativa del Reino le otorga el título de Ministro Honorario de la Real Hacienda y obtiene el cargo de Inspector Contralor General de Hospitales de Caracas. Sin embargo, esta ascendente carrera médica y administrativa va a ser suspendida por el proceso de independencia que se inicia el 19 de abril de 1810.

Díaz permaneció vinculado a la burocracia española; de hecho, en 1840 fue nombrado miembro de la Junta Consultiva de Gobernación de Ultramar. Dos o tres años después muere en Madrid.... Quizá no conoció a Juan Lovera; sin duda no vio sus dos obras independentistas porque para la época de sus ejecuciones se encontraba ya para siempre en España.

Lino Gallardo

"Lovera figura con Lino Gallardo entre los patriotas señalados por la junta de calificación que se forma tras el triunfo del capitán de fragata Domingo de Monteverde, en agosto de 1812. [caída de la Primera República]. Esto le vale constantes persecuciones y la inevitable clandestinidad. El 7 de julio de 1814 forma parte del funesto éxodo a Oriente, cuando las fuerzas de José Tomás Boves rodean a Caracas. Tanto todos estos sucesos como las ruinas que dejaría la guerra civil, inciden inevitablemente en la producción artística de Lovera. Seguramente a partir de estos eventos, el espíritu republicano opaca la tendencia religioso-colonial que conservaba y éste sufre cambios internos importantes.

Lino Gallardo en palabras de José R. Méndez F. : Nació en Ocumare del Tuy, probablemente en 1773 y murió en Caracas el 22 de diciembre de 1837. Lino Gallardo se destacó como compositor de canciones patrióticas, director de orquesta y ejecutante del violín, violonchelo y contrabajo. Fue discípulo de Juan Manuel Olivares en la Academia de Música de Caracas que fundara el Padre Sojo en 1874 (Pedro Ramón Palacios y Sojo, tío de Simón Bolívar). El sitio de reunión era la Hacienda La Floresta, del padre Sojo (hoy Urbanización La Floresta) y en la Hacienda San Felipe, del padre García Mohedano (hoy La Castellana) y en los terrenos de Bartolomé Blandín (que hoy son el Country Club), tierras para entonces de cultivo, ubicadas en torno al pueblo de Chacao, actualmente parte de Caracas.

De hecho, desde la salida de Lovera de Caracas hasta su regreso (unos tres o cuatro años después) no se sabe con certeza qué hizo ni dónde estuvo, algunos historiadores como Enrique Planchart lo ubican en Cumaná, en tanto que otros, como Willie Aranguren, señalan un posible viaje por las Antillas, luego de su paso por esa ciudad. [...]."

"Fue un grupo de músicos de altísima calidad dedicado a cultivar el repertorio religioso con personalidad propia, aún cuando haya recibido alguna influencia de Pergolesi, Scarlatti, Haydn y Mozart. Integrado entre otros por Bartolomé Bello (el padre de Andrés Bello), José Francisco Velásquez, José Angel Lamas, Juan José Landaeta, Cayetano Carreño (hermano de Simón Rodríguez), Lino Gallardo, José Francisco Velásquez, Pedro Nolasco Colón, Juan Francisco Meserón, Atanasio Bello Montero (empresario musical, entusiasta difusor de grandes óperas y composiciones europeas del primer tercio del siglo XIX), José María Izasa (socio de Bello Montero en La Compañía) y José María Montero. En los quince años que más o menos duró esta Academia, salieron de allí algunos de los más grandes músicos que hemos tenido. El más celebrado entre ellos fue José Angel Lamas, autor de la más conocida pieza de música sacra: 'Popule Meus' . Otros distinguidos discípulos de la Academia del Padre Sojo fueron Marcos Pompa, Pedro Pereira, Mateo Villalobos, Dionisio Montero y muchos más".

En 1821 Carlos Soublette, vicepresidente de Venezuela (que formaba parte de la Gran Colombia) lo nombra corregidor de la ciudad de Caracas, en 1824 recibe el título de maestro de pintura y realiza varios retratos de Páez (hoy desaparecidos) y en noviembre de ese año el Ayuntamiento le comisiona realizar el escudo de Colombia [Gran Colombia] que pinta en vidrio con dibujos en hojillas de oro y la representación de unas estatuas neoclásicas que enmarcan el artículo 1 de la Constitución.

"[Este] cuadro que poco se menciona -dice Napoleón Pisani Pardi-, se encuentra en la Sala de los Pendones, en el Concejo Municipal de Caracas. Es una pintura sobre vidrio, y en pequeño formato, con dibujos dorados, con el escudo de Colombia y unas figuras de estatuas, que tiene la siguiente escritura: “Constitución de la República de Colombia. Artículo 1°, la nación colombiana es para siempre e irrevocablemente libre e independiente de la Monarquía Española y de cualquiera y no es ni será nunca el patrimonio de ninguna familia ni persona. (fdo) Lovera. La Municipalidad de 1824”.

En 1820 vive Lovera en Chacao y pinta para el presbítero José Cecilio de Ávila La divina pastora. Visión de Perez Oramas:

La Divina Pastora fue encomendada a Juan Lovera por el presbítero Jose Cecilio de Avila para ser colocada en una casa ubicada en las cercanías de la montaña. La Divina Pastora es, como imágen tutelar de una casa a las afueras de la ciudad, como figura tutelar de una casa erigida en los bordes de la urbe, villa pastoril o extramuros, una imágen que opera también la conversión del espacio en lugar: practicando al espacio como lugar se lo nombra, o se lo apropia, a imágen del corderito que ostentaba cuando huía del montruo predador el nombre de María y que viene de las faldas del Avila, ausente en la pintura. La Divina Pastora, donde el Avila estaría pues, sólo in ausentia, fue pintada para un lugar específico, que no es otro que el Avila mismo, o sus faldas, donde un presbítero cuyo nombre no es otro que Avila la colocaría como figura tutelar. La Divina Pastora anuncia la posibilidad de vivir pastorilmente en Caracas, en 1820: es decir en la nueva paz de una república que no había nacido verdaderamente durante los diez años de tumulto y guerras que Juan Lovera vivió y sufrió: desde el terremoto de 1812 a la Campaña Admirable, sin olvidar la huida a oriente y el exilio. La Divina Pastora anuncia, entonces, la posibilidad de convertir al Avila, o a sus faldas, a sus laderas, a sus abras, más allá del río, en lugar pastoril, en lugar pastoral, en lugar arcádico. De una manera muy elíptica, La Divina Pastora es nuestro primer paisaje y en ese paisaje, donde el Avila es todavía invisible, el valle de Caracas aparece como un sitio para pastar rebaños; que se figuran allí como metáfora apostólica pero, porqué no, que recuerdan también a los pastores de Virgilio.: "Los pastores de Virgilio tocaban la zampoña y otras cosas,/y cantaban el amor literariamente./(Por lo demás, no he leído a Virgilio./¿Para qué tendría que leerlo?)/Pero los pastores de Virgilio, los pobres, son Virgilio,/y la Naturaleza es hermosa y antigua." –escribió Alberto Caeiro, alias Fernando Pessoa.

[Luis Enrique Pérez Oramas, La última montaña, Revista Montero, 15 de febrero 2015].

Ese mismo año (1820) da clases en la escuela pública que dirigía Felipe Limardo y en la que dictaba clases de música Lino Gallardo, de quien Lovera hará un retrato.

De la misma fuente: "En 1828, el coronel Francisco Avendaño, quien instaló la primera máquina litográfica en Venezuela, convidó a Lovera... a trabajar en la prensa y 'perfeccionarse en el manejo del arte'. Lovera retrató a Avendaño y dibujó el retrato del arzobispo Ramón Ignacio Méndez (El promotor, 26 de febrero de 1844). Estas son las primeras litografías realizadas en el país que preceden a las que tirará poco después Antoine Damiron".

Francisco de Paula Avendaño

(1792, Cumaná, edo. Sucre, Venezuela-1879, Guaira, edo. Vargas, Venezuela) fue oficial de ingenieros del Ejército de Venezuela en la Guerra de Independencia y años subsiguientes. Es considerado como el introductor del arte de la litografía en Venezuela. Poseía la primera máquina litográfica cuando era comandante de La Guaira en los años 1823-1825; hacía los ensayos con ella, junto con el pintor Juan Lovera. En 1829 o 1830 vendió su prensa litográfica a Antonio Damirón. (Fragmentos tomados de orienteweb.com, Personajes de la Independencia)].

Antonio Damirón

Litógrafo y editor de origen francés. En publicaciones de la época su nombre se españolizó Antonio Damirón. Hijo de David Damiron y Claudina Perayon. Realizó estudios en el Colegio de Santa Carolina en París, donde vivió entre 1807 y 1814, cuando viajó a Martinica. Hacia 1820 se encontraba en Saint Thomas (islas Vírgenes) donde dirigió un establecimiento educativo (Gaceta de Venezuela, 21 de mayo de 1836). Llegó a Venezuela a fines de 1823 o comienzos de 1824. En marzo de 1827 oficializó su residencia en el país (Barroso Alfaro, 1996, p. 26). En 1829 se casa con Rosa Palim (o Pallou). El 19 de abril de 1831 anunciaba al Congreso que con su socio Pedro Dupouy acababa de establecer una fábrica de naipes iguales en estampa y calidad a los realizados en Europa. El 1 de junio de 1831, una comisión del Congreso negó el privilegio (Boletín del Archivo Histórico de Miraflores, 1979, pp. 264-266), deteniendo de esta manera el desarrollo de este tipo de impresiones en el país. En 1833 fue testigo de la identificación de soltería de Hipólito Alexandre, de quien fue condiscípulo en París y en la cual proporciona datos biográficos importantes. En 1834 se separa de su sociedad con Dupouy (Gaceta de Venezuela, 7 de junio de 1834). En Caracas fue profesor de francés del entonces recién fundado Colegio de la Independencia de Feliciano Montenegro y Colón (Gaceta de Venezuela, 17 de febrero de 1839). Aunque librero y editor, instalado en la calle del Sol, 112, los aportes de Damiron son fundamentales para el arte venezolano ya que fue él quien le dio continuidad a los trabajos litográficos iniciados por el coronel Francisco Avendaño en los años veinte del siglo XIX, y quien introduce, aunque sin mucho éxito, el daguerrotipo en el país. Como aparece publicado en El Promotor del 26 de febrero de 1844, "el Sr. coronel Avendaño vendió la máquina [litográfica] al Sr. Antonio Damirón, quien también ejecutó algunos ensayos. Posteriormente en 1839 fue que el barón [Jean-Baptiste Louis] Gros dibujó las dos vistas a que se refiere el artículo [del 7 de agosto de 1843 en el mismo periódico]". Por otra parte, también hacia 1830, Damiron imprimía naipes en colores que bajaba a La Guaira y guardaba en cajones para hacerlos pasar por mercancía española: aunque usaba la técnica xilográfica (se desconoce si también en la impresión a color o si las cartas eran iluminadas), es posible que pensara usar la litografía como un medio más expedito para sus propósitos.

Damiron fue uno de los editores más importantes del país, publicó el Anuario de la provincia de Caracas en 1832 y 1835 (1835) y el libro de José María Vargas, C_urso de lecciones y demostraciones anatómicas en la Universidad de Caracas (_1838), llegó a tener dos tomos y 1.214 páginas. También imprime retratos del José Antonio Páez y originales de sir Robert Ker Porter. El 1 de agosto de 1837 inicia la publicación de un periódico, La Bandera Nacional, cuyo encabezado estaba impreso litográficamente, con lo cual se adelantó a los logros que poco después tendrían El Venezolano y El Promotor. El 19 de mayo de 1840 pone en venta en El Liberal una prensa litográfica y anuncia su partida a ultramar a finales de ese mismo mes (El Liberal, 26 de mayo). El 7 de diciembre de 1840, se anuncia el regreso de Damiron con un daguerrotipo que lamentablemente se perdió en los trámites de aduana.

En cuando a La prensa de Damiron fue adquirida por p Müller y Stapler, quienes la venderán más tarde a un grupo de artistas, entre ellos Meneses y Tovar, quienes aun en 1844 usan el nombre de Damirón como publicidad. (Barroso Alfaro, Manuel, Historia documentada de la fotografía en Venezuela, Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República, 1996.).

Hacia 1832. Lovera se dedica especialmente a la enseñanza y entre sus discípulos se cuentan a Pedro Lovera y Celestino Martínez.

Pedro Lovera

Del hijo de Juan Lovera no se conservan mayores datos. Al parecer nació en Cumaná en 1814, aunque en un Acta del Senado de la República, por medio del cual se le otorgaba una beca para estudiar en Europa (1853), se habla del "joven Pedro Lovera", lo que hace suponer su nacimiento en fecha posterior. Con anterioridad Lovera había vivido en España, donde estudió en la Academia de San Fernando, Madrid, y fue compañero de curso de Tovar y Tovar (1850). En 1859 concluye la segunda estadía de Lovera en Europa y viaja a Saint Thomas. Ese mismo año se traslada a Puerto Rico y fija su residencia en Mayagüez en 1861. La mayoría de los críticos está de acuerdo en que Lovera continuó viviendo por el resto de su vida en las Antillas, especialmente en Martinica. Algunos afirman que murió en 1896 y otros en 1915.

Celestino Martínez Sánchez

Nació en Caracas, el 19 de mayo de 1820, y murió en la misma ciudad, el 23 de diciembre de 1855. Celestino estudió fotografia en Paris, también grabador y caricaturista. Fundador de _El Neo-Granadino. "_Introdujo la viñeta como recurso de la ilustración para los libros". En la catedral de Caracas se conserva su obra El bautizo de Cristo de 1847.

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En los años siguientes Lovera pinta las dos obras históricas que abrieron este escrito, realiza retratos de los que ya hablaremos, hace los retoques de la Inmaculada Concepción pintada por Antonio José Landaeta y promueve con otros artista una Compañía de Artistas de Caracas, organización benéfica artesanal que no llegó a establecerse.

Muere en 1841 y es velado en la Catedral de Caracas.