¿Qué son los valores?

La milenaria pregunta de ¿qué son los valores? figura entre la larguísima lista que incluye otras como ¿de dónde somos? y ¿cuál es el sentido de nuestra vida? Como es evidente no pretendo contestarla en cuartilla y media, pero sí, al menos, poner a trabajar a nuestra consciencia, que buena falta le hace, sobre este problema y mirarnos un poco para descubrir a qué le hemos puesto valor.

Supongamos por un momento que usted es intolerante a la lactosa y no sólo eso, no le gusta la leche, nunca le ha gustado; por otra parte usted adquiere aquello que es útil para su organismo y que proporciona la leche de otros productos, usted no tiene hijos, ni sobrinos, ni aspiraciones de bachaquero, ¿Cuál cree que en ese caso sería el valor que tendría la leche para usted, aun cuando esta no se consiga en el mercado?

El valor que usted le otorga, en nuestro rudimentario ejemplo, a la leche determina de alguna manera su relación con los valores, digamos que para usted deja de ser importante comprarla, porque no la necesita aun cuando sabe que otros sí y la deja en el lugar donde está cuando la consigue, en ese caso los valores para usted son subjetivos, parten de su propia consciencia. Ahora si usted ve la leche y aun cuando no la necesita se abalanza sobre ella y compra el máximo que nuestro sistema le permite, los valores para usted son objetivos, es decir, para usted son los objetos los que tienen valor y no usted el que se los da a ellos.

Ninguna de las dos posturas es buena o mala, justa o injusta, son formas de enfrentar el mundo y a partir de esas formas es que creamos nuestras opiniones sobre nosotros mismos y sobre otros, por lo tanto, los valores en sí mismos no son características morales, sino relaciones que establecemos con las cosas que bien pueden ser éticas, estéticas o económicas.

Esta relación que establecemos se sostiene sobre columnas como el deseo que podemos sentir hacia los sujetos o los objetos, por la utilidad, por el interés, o por los sentimientos; digamos que valoro la amistad de Fulanito porque ese Fulanito me interesa como persona. De esa forma convierto la amistad en un valor, también puedo valorar cierta canción en general fea y desentonada, pero que mueve mis sentimientos, esto me conduce a otorgarle valor.

Por eso asociamos los valores con aquello que nos resulta merecedor de nuestro aprecio, si nos tasamos en poco cualquier ofrecimiento nos parecerá valioso y le otorgamos a otros o a los objetos más valor que a nuestra propia humanidad.

Los valores no son ni buenos, ni malos, sólo son valores. Lo que nos ocurre es que a veces confundimos los valores con las virtudes, pero debemos considerar que son características diferentes.

Las virtudes se refieren a características morales que consideramos loables en nosotros o en los demás, dependen del esfuerzo personal y de la racionalidad del individuo por hacerse mejor, por vivir mejor en sociedad. Estas virtudes tienen cierta flexibilidad temporal y van a depender del valor que nuestra sociedad o nosotros les otorguemos, consideremos, por ejemplo, la historia de las mujeres y como ciertas actitudes que antes se consideraron virtuosas hoy ya no lo son.

Siempre es posible cambiar los valores, cambiar aquello que apreciamos y deseamos sobre todo como sociedad, pero mientras una sociedad mantenga coherencia entre aquellas cosas o situaciones que le parecen valiosas funcionará mejor, pues se conducirá con la misma coherencia hacía un fin común y por lo tanto a desarrollar acciones que lleven a la sociedad a alcanzar ese fin que busca, por ejemplo: honradez contra la corrupción para lograr solvencia económica y confianza política, por los valores que se establecen se puede determinar el fin de una sociedad. Al cambiar los valores, también cambiarán los hábitos morales y la forma en la que queremos vivir nuestra vida, por ejemplo disminuir el aprecio a la vida a cambio de la satisfacción inmediata, pues terminamos inclinando nuestra valoración hacia cosas o situaciones que a las que antes no se las otorgábamos.

Vale la pena el esfuerzo de la introspección, ¿Cuánto del cambio de los valores, esa muerte de unos para nacer otros, nos ha beneficiado o nos ha hundido?

Sigue entonces abierta la falsa elección entre lo mudable de la humana condición, que tiende a relativizarlo todo, y a la aspiración, de raigambre platonista, a tratar los valores tal y como hacía James Bond con los diamantes: values are forever Juan Nuño, Teoría de los Valores