Quiebres Morales en Venezuela

Quiebres Morales en Venezuela

Estamos presenciando intervenciones radicales en el modo en el que comprendemos nuestra interacción con el mundo y la forma en la que nos entrelazamos con él a partir de costumbres que consideramos valiosas (moral), esto nos lleva a redefinir y reformular nuestros criterios de comportamiento. Estos cambios se consideran “crisis de valores” o “crisis morales” o "quiebres morales" dado que el proceso que ocurre es acelerado y lleva a considerarlo como una crisis. ¿Cuáles son las causas de estos cambios morales y cómo son entendidos por los individuos como un sistema de sobre vivencia? Implican la agonía de una estructura y el surgimiento de otra, así como la circulación de miradas diferentes sobre el yo y su entorno.

¿Quiebres morales o cómo sostenerse en un piso de hielo?

Las últimas décadas del siglo XX y las primeras del presente han generado nuevos conceptos éticos, desde un sistema (orquestado o no) de quiebres morales, que pueden ser definidos como una serie de hechos relevantes que presentan un desmembramiento sobre los valores, los principios, las leyes, y/o nuestra percepción social y estética. Los hechos se afianzan en la sociedad como paradigmas, obteniendo la propiedad de cambiar formas de pensamiento constituidas, lo que lleva al individuo a la tolerancia, por necesidad, de ciertas costumbres que finalmente serán catalogadas y aceptadas como buenas o correctas.

Los quiebres morales pueden ser vistos como las resquebrajaduras sobre una capa delgada de hielo, y nos dan la sensación de que caeremos de un momento a otro. Se establecen entre el individuo (mirada subjetiva) y su vida social (mirada objetiva), compuesta por instituciones, como la familia o el Estado, y desde estas se derivan las estructuras de poder, que señalan los códigos morales de los que se desembocan los juicios morales individuales. Así, nuestra consciencia como percepción del yo y nuestra conciencia como capacidad moral nos permiten juzgar determinadas situaciones.

Una vez que se activan dentro de las instituciones los quiebres morales, surge en el individuo la necesidad de adaptarse a este nuevo medio. Esa adaptación la realiza nuestra consciencia en la búsqueda de su propia sobre vivencia, pero no es simple, ya que se balancea entre la resistencia (por el apego a las viejas costumbres) y el derecho de necesidad, que de alguna manera, justifica en la conciencia del individuo su adaptación a las nuevas costumbres. Esto da entrada a un replanteamiento de la vida moral a través de nuevos significados y códigos.

El derecho de necesidad

Cuando hablamos del derecho de necesidad nos referimos al enunciado de I. Kant, en La metafísica de las costumbres. Es obligatoria la pregunta ¿qué hacemos hablando de Kant y como se relaciona con nuestra crisis?

Si bien, en Venezuela no existe una estructura legal para tal cosa como el derecho de necesidad, Kant apunta que más que un derecho legal es un derecho natural y que se establece y refuerza a través de la actuación de las instituciones.

El derecho de necesidad (Ius necessitatis) dispone que la sobre vivencia del propio individuo le permite, en determinadas circunstancias, proveerse de los medios necesarios para la sobre vivencia aun cuando vayan en desmedro del otro. El derecho de necesidad “consiste en la facultad de quitar la vida a otro, que no me ha hecho mal alguno, cuando mi propia vida está en peligro” (Kant: 235).

El derecho de necesidad no se establece legalmente, puesto que “la necesidad carece de ley” (Kant: 236), por lo que tiene un carácter, más bien, subjetivo. Es útil para determinar si es posible encontrar culpabilidad en un individuo cuando este ha cometido una transgresión, pero no es un derecho que pertenece propiamente a la legislación sino más bien al plano de la ética, pues permite la violencia contra quien no nos ha violentado, su existencia y práctica no se determinan mediante el ejercicio del derecho, sino mediante el ejercicio de la ética, con lo que se asegura que determinadas acciones, bajo determinadas circunstancias, no son hechos punibles.

Los derechos y la ley son determinados a partir de la estructura moral establecida por las instituciones y están por encima del derecho natural, puesto que son normativos, lo que los ata a la posibilidad de coaccionar para su cumplimiento, pero ¿qué ocurre cuando no hay coacciones para el cumplimiento o cuando el sistema de coacciones está viciado?

Pues el derecho de necesidad se mantiene, lo que cuestionamos es su puesta en funcionamiento. Esto no es un hecho teórico o simplemente proposicional sino un hecho necesario. Se produce porque los individuos actúan basados en el supuesto de que su propia vida está por encima de cualquier cosa.

La gran institución en Venezuela: el paternalismo

El paternalismo estatal, en Venezuela, surge como condición necesaria de un estado rentista. La industria petrolera transfiguró el hidrocarburo en un símbolo de posesión. Esto llevó al Estado a la aplicación de políticas que basaban su relación con el petróleo en un sentido de administrador-padre, el “proveedor” de las riquezas, que enfatiza en la población la dependencia del administrador.

Esto deriva en una asociación simbólica entre el Estado (representado por la Presidencia) y la figura paterna, es decir, administrador del control social y de los actos morales, premia o castiga. Durante la década de 1970 se abandonó la producción de rubros que no se relacionaban con el petróleo y la fuerza de trabajo se colocó en esta industria dejando de lado otros desarrollos. El petróleo sucesivamente, otorgó poder al Estado para importar sin producir, con lo que el paternalismo devino en patrimonialismo. “El patrimonialismo es un paternalismo exacerbado, el hombre fuerte debe velar por el bien de las masas y protegerlas, en esa condición de cuidador de menores de edad el patrimonialismo encuentra su legitimación”, (Moreno Andrade, 44).

La Presidencia (el hombre fuerte) o el caudillo, como lo considerara Vallenilla Lanz, estructura una simbología familiar en los individuos, esto se debe a que la estructura familiar venezolana es matricentrada, “está constituida por la madre y los hijos, no hay padre en ella incluso cuando está físicamente presente”, (Moreno, 29) ¿Esta ausencia perenne del padre se debe acaso a que ese papel es suplido por el Estado o viceversa, el Estado promueve esta estructura con el fin de mantenerse como el padre? La familia matricentrada se desarrolla, manteniendo a los individuos en una perenne relación madre-hijo, los hijos son vistos como fines, de la misma forma que los hijos ven a la madre como fin. Ni uno, ni otro se consideran a sí mismos seres independientes con capacidad de decisión, sino, que simplemente coexisten en una relación de dependencia.

Así el Estado, representado por la figura del Presidente que adquiere una dimensión paterna y religiosa, es el Padre-Estado gran proveedor, siempre ausente pero de alguna forma omnipresente a través de la figura de las instituciones, miembros de un sacerdocio que tiene el deber de concretar las acciones del Dios-padre-Presidente. El Estado vive en función de sí mismo, y los ciudadanos viven como medios para la satisfacción del Estado.

Quiebre moral de 1989

Los quiebres morales no se producen de la noche a la mañana, pues a pesar de que su principio se establece a partir de un hecho relevante, es la mirada que la sociedad, desde sus instituciones, coloca sobre él a través del tiempo lo que realiza finalmente un quiebre y hace al hecho moral deseable o no. Para comprender esto en el contexto venezolano revisaremos brevemente algunos de los hechos que hemos considerado quiebres morales ocurridos a partir de 1989 y hasta 2015. Se relacionan con modificaciones que se establecen desde la institucionalidad, alterando la percepción de los individuos que, basado en el derecho de necesidad, se adaptan a los cambios, pues en la medida en que los cambios morales avanzan, también avanza la imposibilidad de sobrevivir sin adaptarse a estos.

La ruptura que se produce en 1989 con el "Caracazo", considerado como una sublevación social en la que los individuos particulares realizaron actos violentos (saqueos) en masa, en cierto sentido, apoyados en el derecho de necesidad a la criolla.

Toda la crisis sobreviene como consecuencia del “efecto Venezuela”, en palabras de Juan Pablo Pérez Alfonzo.

Entre los detonantes de los sucesos se cuentan el endeudamiento externo y la caída de la renta petrolera. “Entre 1972 y 1982 el ingreso petrolero representó en promedio 72% del total de los ingresos del Estado, una consecuencia de la baja en los precios internacionales del petróleo fue la insolvencia fiscal para pagar la alta deuda contraída en los años previos”. (Martínez, 85). Además, hubo un colapso de las finanzas del Estado, fuga de capitales, aumento del precio de la gasolina en 100%, alza del transporte y de los alimentos.

Es posible también observar que el evento se activa, como considera Margarita López Maya, debido a la concepción moral de los individuos: “Según este código, los pobres sienten que tienen derecho a ser protegidos por las autoridades de las inclemencias del mercado y a obtener los medios mínimos necesarios para su supervivencia. La virulencia y similitud en formas y tipos de acción de la protesta actual con aquélla, obedece a que, al igual que entonces, cuando las autoridades abandonaron el paternalismo” (López Maya, 81)

La violencia que se estableció el 27 de febrero y los días siguientes resultó en la suspensión de las garantías constitucionales (suspensión de las libertades individuales), lo que generó un enfrentamiento de las fuerzas policiales y militares contra los individuos que se “presumían” culpables. La cifra oficial, según reseña el Comité de Familiares de las Víctimas, fue de 600 fallecidos.

Los hechos de los últimos días de febrero y los primeros de marzo de 1989, adquirieron dimensiones mitológicas:

  • Edípicas en tanto que un conjunto de ciudadanos (los hijos) se revela contra el Estado (padre) que debe protegerlo, su motivación es hacer reaccionar al Estado y castigarlo por el abandono del código moral.

  • La respuesta del Padre-Estado es convertirse en Cronos y matar a los hijos que se interponen. “En los juicios (sobre las acciones de control social) no se ha producido condena en ninguno de los casos, tampoco han sido reconocidos 68 restos de víctimas que fueron encontradas en la fosa denominada "La Peste", en el Cementerio General del Sur, ni que se les haya entregado a los 15 familiares que esperan aún para darles sepultura”, (Cofavic, 2015). La no condena por los sucesos de “El caracazo” “es una afirmación de la impunidad”, (Ortega, 2015) que se traduce en que las acciones en masa son justificables y por lo tanto carecen de ley.

Golpes de Estado: ¿Fracasos o estrategias de cambio?

En noviembre de 1989 se produce “La noche de los mayores”. Un grupo de mayores del ejército Venezolano reciben acusaciones de conspiración, no obstante, sólo se produjo un interrogatorio, ya que el propio Presidente Carlos Andrés Pérez “no permitió la investigación considerando que no se encontraron pruebas suficientes”, (Rivero, 151).

Entre 1992 y 2002, en Venezuela se concretaron tres intentos de golpes de Estado, dos contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez y uno contra el Gobierno de Hugo Chávez. La acción que produce en la consciencia colectiva sobre los golpes de Estado es un acto de resistencia ante un opresor.

La alocución de Hugo Chávez ante las cámaras –tras su intentona de golpe en 1992- refuerza esa convicción de heroicidad del que se subleva. “La muerte de nuestros compañeros no será en vano, ya que sólo ha comenzado la gran lucha contra tanto tirano ladrón”, (Rivero, 224). El golpe de Estado que se produjo el 27 de noviembre de 1992 se conoció como “El golpe de la aviación”. Se calculan que dejó 300 muertos y al menos 1.000 heridos. Los responsables de estos golpes de Estado fueron liberados por sobreseimiento entre 1992 y 1994 (entre ellos es propio Chávez). Recordemos que “el sobreseimiento es la terminación anticipada de un proceso penal en el que aún no ha habido sentencia y que se declara concluido por razones de interés general”, (Caldera, 8). El interés general de estos casos se basó en la opinión pública que afirmaba que “el 4 de febrero de 1992 se alzaron más de diez mil hombres, por razones que consideramos legítimas”, (Echeverria, 1994).

El golpe de Estado contra Hugo Chávez (que fue electo Presidente en 1999) se produce luego de las protestas que se presentaron los días previos. El 11 de abril una manifestación pública se dirigió hacia Miraflores y tuvo como saldo 11 asesinados y 73 heridos. “10 funcionarios de la Policía Metropolitana fueron condenados por los delitos de homicidio calificado y 21 personas tienen órdenes de aprehensión”, (Ministerio Público, 2012). Vemos como el comportamiento de los Gobiernos frente a los golpes de Estado permite que se realice una percepción inconsciente que aprueba sus actos como hechos reivindicativos de la sociedad. El héroe insurge contra el padre-Estado (Estado de Derecho) para alcanzar la justicia y la institucionaliza cuando en 1999 se aprueba una nueva constitución, que resguarda el derecho a desconocer un aquello que contraríe los valores democráticos.

Artículo 350 El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos.

Acciones particulares: Violencia, impunidad y lenguaje

Consideremos que el aumento de los homicidios en Venezuela ha ido de 13 homicidios por cada 100.000 habitantes en 1989 a 90 por cada 100.000 habitantes en 2015, según cifras de Provea, (PROVEA, 1989-2013) y del Observatorio Venezolano de Conflicto Social; para 1998, por cada 100 homicidios ocurrían 118 detenciones, pero para 2010 ocurrían apenas 9 detenciones por cada 100 homicidios, lo que significa que al menos 91% de los homicidios quedan impunes, (Briceño-León, 3239).

Así mismo se han incrementado las protestas en contra de un sinnúmero de situaciones: contra la violencia, contra la impunidad, incluso contra cambios en las propias instituciones. Las protestas permiten un escape a los individuos, es una forma de decir que no se esta de acuerdo con algo, pero las protestas, marchas, huelgas, deben tener una reacción, si la reacción no se logra, los participantes se frustan, lo que cambia la forma en la que ocurrirán estas protestas, incrementándose otros medios para conseguir el objetivo deseado.

Por su parte el Estado, según las cifras de Conindustria entre 2002 y 2012 realizó 1.243 intervenciones a la propiedad privada, en 2013 ocurrieron 41 intervenciones y hasta junio de 2014 4. Víctor Salmerón acota que “sólo una minoría de los afectados ha sido resarcido” (Salmerón, 122-127). Las expropiaciones no sólo terminan con la “capacidad productiva del país” sino que más aún, ahondan en la consciencia humana y se instalan allí diciendo: - El Estado tiene el derecho absoluto de ir contra la propiedad si es necesario.

La ley se reconoce por su cualidad normativa y la posibilidad de ejercer coacción, así que cualquier tipo de impunidad es la re afirmación del Estado sobre el derecho de necesidad, es decir ir contra la ley, imponerse sobre el otro, está bien.

A los hechos en sí, como comportamiento social, se unen las construcciones lingüísticas que son difundidas desde las instituciones, lo que les otorga validez y da forma a un sistema de vida que dispone y reafirma la violencia. “Nos encontramos con que en el país los mensajes de elogio de la violencia, muerte, armas, y la guerra se han convertido en común y repetido”, (Briceño-León: 32-39), un procedimiento institucionalizado de consignas que fundamenta este pensamiento: “moribunda Constitución”, “Patria, socialismo o muerte”, “el pueblo en armas” o “muerte contra el latifundio”. El derecho de necesidad se reafirma mediante el discurso presidencial: “porque muchos de ellos (los pobres) tienen que salir a robar un pan para darle a su hijo y que no se muera de hambre”, las acciones de “El Caracazo” no se consideran saqueos sino que se les otorga la connotación de “rebelión popular”, etc. Frases como estas se transforman en memas: “Si la idea se hace popular, puede decirse que se ha propagado, esparciéndose de cerebro en cerebro”, (Dawkins: 218), con lo que el dominio semántico justifica las acciones de los individuos, los juicios morales se validan mediante el lenguaje y ese lenguaje constituye a la violencia en una analogía positiva.

Así como afirma el padre Moreno “La violencia se transforma en una forma-de-vida”, (Moreno, II, 825); los actos violentos son justificados por el entorno, el sujeto se constituye violento porque no puede instituirse de otra forma, la violencia adquiere un valor fundamental para la sobre vivencia del sujeto, por lo que su capacidad de elección desaparece ante esa forma de vida a la que se integra.

Transformaciones morales

En Venezuela, los quiebres morales se han venido produciendo de modo sistemático, apoyados por el mismo Estado por medio de acciones concretas, esto ha llevado a un replanteamiento de la población sobre ¿cómo debemos vivir?, obligando a los individuos para adaptarse a un nuevo entorno a ejercer el derecho de necesidad, puesto que este entorno remplaza valores ya conocidos, esto desemboca en todo un sistema nuevo de significados para la consciencia.

Detonantes de los cambios morales en Venezuela

1989-2015

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