Un Aguinaldo de sueños – Luis B, Prieto F

Un Aguinaldo de sueños[1]

Luis B, Prieto F

Cuando escribo, flota en el ambiente una contenida alegría. La radio y la televisión echan a volar villancicos y gaitas Las calles están congestionadas porque los padres compran los regalos para la Navidad. La Caracas tradicional comienza a sentir la caricia de las neblinas tardías de diciembre y cada quien sueña un sueño venturoso para la Navidad y el Año Nuevo. Ninguna época del año más propicia para poner a volar la imaginación. Un año que se va y otro que viene. Todos aspiran a dejar atrás las penas y a buscar nuevos horizontes en el año nuevo Pero algunos tienen interferida la capacidad de imaginar. La pena se les ha anudado en lo más hondo de su pensamiento, les agarrota las ideas y cuanto pueden desear está obstaculizado por una deprimente situación creada por las malas condiciones de la vida. Los desempleados no tendrán hallacas ni llevarán regalos a los niños. La madre desamparada que vivió esperando siempre sabe que nada habrá de venirle bueno si la mala situación no cambia. Ha oído decir que hay mucho dinero, que el petróleo abundante de la nación ha creado una situación de riqueza y que los venezolanos son el pueblo más rico de nuestra América, pero cada quien mide su destino con la vara de sus posibilidades, creerán que todo es mentira, un sueño de verano. Como dice el poeta, no notará la flacura de su hijo porque ella lo mira con su cuerpo que también va enflaqueciendo. Sin embargo, el tono pesimista debe morigerarse. Buscando algún resquicio para la alegría y la esperanza. Cada quien apurará la mano con el fin de alcanzar el bienestar que aspira. Todos apretarán el paso tras la dicha que corre para ponerse lejos. La amarga vida hay que endulzarla a golpe de refuerzo para sacarle azúcar a la desesperanza. Yo deseo a mi pueblo lo mejor. Quiero mirar los niños alegres y contentos animando el corro con sus danzas y sus cantos. Quiero ver a las madres contenidas las lágrimas para darse sonrisas y abrazos y a todos satisfechos y contentos porque tienen un sueño y han de buscar que se realice en una patria de todos, sin privilegios y sin miseria, con trabajo remunerador en donde la paga corresponde al esfuerzo realizado. Cada quien en su afán, sin desmayos ni pereza, cosechando el fruto de la siembra en la tierra abonada con empeño y muchas veces regada hasta con lágrimas.

En Navidad anuda las amistades y desata la aspirabilidad humana. Todos quieren crecer hasta el límite imposible de las posibilidades, y esa actitud debe estimularse y alentarse porque nadie que quiere ser alcanza lo que quiere sin una decidida voluntad puesta al servicio de ese querer.

¡Navidad! ¡Año Nuevo! Todo en el vuelco del corazón que hace caminos para que transite en él el amor y junto a éste la esperanza y la fe en un destino mejor. Para mi pueblo va en estas palabras un aguinaldo de sueños incumplidos que buscan realización en la felicidad de todos.

[1] Tomado de: Efrain Subero, (2015) El libro de la navidad venezolana. Fundación para la Cultura Urbana. Caracas. pp. 258-259